Ayer noche fuimos Nayra y yo a
cenar con unos amigos españoles los cuales llevan en Ghana un mes. Nos recogió
su conductor de confianza y el traductor del mismo, que a parte, también era de
confianza. La verdad es que llevo muy poco tiempo, pero tengo que decir que
anoche me sentí como en casa. Fuimos recibidos con una gran alegría, risas y una
cena extraordinaria. Yo les estuve comentando las experiencias y sensaciones que
me da este continente durante el día que llevo aquí. Todo fueron sonrisas y alegría. Tras cenar,
estuvimos de sobremesa y posteriormente pidieron un taxi que nos llevó
directamente a la casa de los hermanos, ya que era bastante tarde cuando
acabamos. Fue una buena experiencia, en el camino de ida y de vuelta,
tuve la suerte de conocer Kumasi de noche y pude hablar con Nayra sobre las
sensaciones que estoy teniendo. Y la verdad es que para mi sorpresa todo esto
me resulta increíble y creo que soy un afortunado al poder vivir esta gran
experiencia.
De esas mismas sensaciones me
gustaría hablar hoy en esta entrada. Estoy un poco de bajón, ya que todo lo
que estaba disfrutando se ha venido un poco abajo. Este momento tenía que
llegar, y mejor que sea al principio que no dentro de unas semanas. Creo que
este continente tiene muchísimas sorpresas preparadas todavía para nosotros,
pero aun así no puedo dejar de sentirme un poco raro. Todo esto es nuevo para
mí, nunca había vivido nada parecido y creo que en ocasiones me llega a
superar. Intento escudarme en mis compañeros y en Nayra, que la verdad es que
es un encanto y se está volcando para que todo esto nos resulte lo más
agradable posible. Me está costando acostumbrarme a esta tierra y a esta gente.
La forma de pensar es muy diferente, y el ser blanco supone más un obstáculo para
integrarse en la cultura, que una ventaja. Y es que es imposible no destacar. Es
en estos momentos en los que te das cuenta de lo mal que lo llegan a pasar los
inmigrantes que hay en nuestro país, cuando se cruzan por la calle con un
personaje que únicamente por ser de otro
color de piel, se cree en el derecho de demostrar lo superior que es a través
de insultos racistas o faltas de respeto. Me siento un poco así, observado
continuamente a cada paso que doy por la ciudad. Algunos ya ni se molestan en
llamarnos Obroni (que no tiene un sentido despectivo) sino que simplemente
sacan la cabeza por la ventanilla y gritan “White”, frase que cada vez que la escuchamos
nos empezamos a reír, por lo directa que es.
Bueno, espero que cada día me
vaya adaptando mejor y aceptando las costumbres sin tener que girar la cara
para no ver cosas o actos que España son impensables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario