Como ya os comentaba la madrugada
del viernes, nos dirigimos los componentes de nuestra casa incluyendo a Nayra,
Rapture y Augustín, a la estación de autobuses de Kumasi. Nos llevó el hermano
Augustín en la bala plateada. Cuando llegamos, ya estaban allí Patri y Ana
esperándonos. Hicimos tiempo hasta que se llenó el autobús, aunque una vez
lleno la gente no estaba de acuerdo con que nos sentásemos todos juntos. Por lo
que nos tocó cambiar los billetes para que coincidieran con la parte de atrás
del bus, donde entrábamos todos.
El viaje hasta Takoradi fue
bastante largo, (como cinco horas) aunque entre que el paisaje era espectacular y la
señora Patricia no paraba de darme conversación, se hizo bastante ameno. Si que
es cierto que cada dos horas y media o tres, el autobús para en medio de la
carretera para que los pasajeros vacíen sus vejigas (cinco minutos), lo que
permite estirar un poco las piernas ya que el autobús es realmente incómodo.
Como iba diciendo, tras cinco horas de viaje aproximadamente, llegamos a
Takoradi. Una vez allí, tuvimos que coger una Tro-Tro (sólo para nosotros, ya
que la ocupamos entera) que nos llevó a Beyin.
El camino hasta Beyin era de hora
y media, dos horas. Lo pasé un poco mal, ya que el conductor iba a velocidad de
crucero por unos caminos en los que lo raro era que no reventaran las ruedas
cuando cogía algún bache.
Por fin, tras siete u ocho horas de viaje, llegamos a nuestro destino… El bar de Pepe. La verdad es que el sitio de entrada, nos pareció espectacular. Un bar de madera entre un paisaje y una flora alucinante. Pepe nos recibió con los brazos abiertos. Inmediatamente después, nos informamos de cómo y donde íbamos a dormir. Pepe se puso en contacto con su gente para que esa noche durmiéramos en Nzulezo (un poblado de madera construido encima del lago Amanzuri). La tarde la pasamos allí todos, disfrutando del lugar y la tranquilidad que allí se respiraba. Pepe nos hizo una paella para cenar y cuando acabamos, nos montamos en una canoa motorizada con Daniel (jefe de Nzulezo) que nos llevó a través del lago Amanzuri entre una gran vegetación y bajo la luz de la luna llena a su poblado. Una experiencia difícil de olvidar.
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