Esta entrada es muy especial para
mi, ya que en ella voy a intentar plasmar las sensaciones vividas en este
continente en el mes que justo hoy, llevamos aquí.
Tengo que empezar diciendo que
nunca pensé antes de venir, que sería capaz de disfrutar tanto y aprender
tantas cosas. En estas cuatro semanas y media que llevo aquí, he conocido
muchos lugares espectaculares y otros que no lo son tanto. He vivido experiencias
que no olvidaré nunca. Como por ejemplo el primer día que llegué al colegio, la
visita al poblado de Nzulenzo o el paso por el mercado central, entre otras
muchas cosas. Tampoco podré olvidar nunca, imágenes que han pasado ante mis
ojos, como aquel hombre desnudo bañándose en un charco de barro, la cara de
felicidad de los niños al vernos aparecer o la niña comiendo en el suelo especialmente
sucio de Tamale.
Mis prácticas se van
desarrollando con total normalidad, cogiendo más confianza con los alumnos y
aprendiendo cada día con ellos.
En lo que respecta a la
convivencia, no tengo ningún problema y espero que siga siendo así, ya que
estoy realmente a gusto. Hablábamos ayer Anina, Rubén, César y yo, que cada uno
de nosotros le aporta algo especial a esta experiencia que la hace única.
Llegados a este punto, tengo que
decir que me acuerdo un montón de TODA mi gente desde el primer día que llegué, hasta el último día en el que me vaya y que ya no queda nada para que nos
volvamos a ver. Agradecer a esa gente que se ha acordado un poco de mi y me han
dado ánimos en los momentos menos buenos (tanto a la gente de España como a la
gente de aquí).
Esto se acaba, ya va llegando el
final de este sueño. Sólo quedan dos semanas y media que se van a pasar
demasiado rápido. No pienso en lo que me espera al llegar a España, únicamente
quiero exprimir el poco tiempo que me queda aquí para que este gran continente
siga cambiando mi forma de entender la vida y enseñándome a disfrutar de las
pequeñas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario